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jueves, 10 de noviembre de 2011

El optimismo y el pesimismo, por Ester Expósito



La salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social. Uno de los factores de los que depende nuestra salud es de nuestros pensamientos. Si somos optimistas estaremos fortaleciendo nuestro sistema inmunitario y pensando positivamente alargamos nuestra vida. Pero si somos pesimistas, nuestros pensamientos acaban transformándose en dolor físico y aumenta el riesgo de padecer enfermedades.

Tanto el optimismo como el pesimismo son conductas aprendidas. El optimismo es una forma de ser y de ver el mundo que se adquiere con la experiencia. Aceptando las cosas que te han sucedido, tanto las buenas como las malas, y aprovechándolas como oportunidades para crecer y hacerse más fuerte. El pesimismo hace que las personas solo vean el lado negativo de las cosas y no ven cualquier oportunidad de éxito.

El optimismo está sostenido por el deseo y la voluntad de desarrollarse y crecer. Por otro lado, una persona pesimista en el fondo es miedosa e insegura porque no acepta las críticas, tiene poca tolerancia a la frustración y le da miedo el fracaso.

El optimista ve oportunidades en cada obstáculo y desafíos para comprobar que puede conseguir lo que se propone, no se enfada por cualquier cosa, no guarda resentimientos ni rencos, perdona, acepta sus errores y agradece. Por lo contrario, el pesimista desconfía de sus propios recursos, cree que no puede conseguir nada de lo que se propone, se aferra a lo conocido porque piensa que lo desconocido nunca podrá ser mejor que lo que conoce y no acepta que equivocarse es normal y que puede hacer las cosas mejor.
Lo peor es que estas personas no se dan cuenta de que esta es su forma de ser habitual porque no son capaces de reconocer que no ven el lado positivo de las cosas y piensan que la realidad solo tiene un lado, el malo.

Para terminar, las personas optimistas son más felices porque viven con mayor intensidad las relaciones sociales y con los seres queridos. Normalmente heredamos el estado de ánimo de nuestros padres. Entre un 25 y un 50% de nuestra felicidad está inscrita en nuestros genes, a partir de ahí depende de nosotros.

Como conclusión, las personas optimistas analizan mucho más las cosas negativas para aprender de ellas y son más felices porque ven oportunidades para resolver sus problemas. Esto es gracias a sus pensamientos positivos que a la vez les proporciona una mejor salud.

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